viernes, 7 de febrero de 2014

MIEDO


Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos del suelo, temblando y con el rostro desencajado se dispuso a acostar a los pequeños que aterrorizados la miraban sin comprender nada. Se puso el pijama y abrió la maldita puerta del dormitorio donde se encontraba esa hiena despiadada que tanto le hacía sufrir, ella lo quería, era incapaz de comprender que esa situación era insostenible. Lloraba cada noche cuando él volvía a casa embriagado y fuera de sus casillas. Pero al amanecer  todo cambiaba, le pedía perdón y le perjuraba que jamás volvería a pasar, aunque ella  ya no creía en sus palabras y echándole valor marcó el 016.


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