domingo, 29 de enero de 2023


NIÑO ARCOIRIS

Cuenta mi mamá que soy un niño arcoíris ya que llegué a este mundo para llenar el vacío que dejó la pérdida de mi anterior hermanito, pintando de miles de colores el gris que dejó en sus vidas. Soy así de especial desde incluso antes de nacer.
Crecí a mi ritmo, sin prisa pero sin pausa, tan lento como un caracol. Entendía el idioma en el que mis papas me hablaban cariñosamente, pero era realmente frustrante no saber como interactuar con ellos, pues no contaba con las herramientas adecuadas para hacerlo. Lo de caminar fue verdaderamente difícil, me costaba mantener el equilibrio, tropezaba, me levantaba… mis comienzos por la vida fueron una autentica odisea.
Mamá siempre fue mi ángel protector, desde pequeño lucho junto a mí para que no me quedara atascado en el camino. A menudo visitábamos doctores y terapeutas y todos coincidían en lo mismo, mi déficit de atención me ralentizaba en todas las tareas de la vida diaria y dificultaba las relaciones con mis semejantes, pues me sentía incomprendido por los demás.
Actualmente mi aprendizaje sigue fluyendo a un ritmo descompasado pero no por eso dejo de trabajar para alcanzar metas en la vida, “lento pero seguro”. Al igual que desarrollé este trastorno desde pequeño, también aprendí a desplegar sentimientos de amor y bondad a niveles máximos, es por eso que el que decide conocerme, me quiere con locura y es ese apoyo que recibo de profesores, amigos y familia el que me alenta a continuar con mi rodaje.
Ser diferente, para mí no es del todo tan malo, pues en cierto modo todos lo somos, así que yo me dedico a ser feliz ya que la felicidad está en la forma en que miramos la vida.
Disculpadme, se me olvido presentarme, me llamo Santiago.

#palagrafías Relatos de 300 palabras.







 

NUESTRA AMISTAD

 

-¡Levántate, tenemos que subir la escalera!- me ordenaba una voz femenina un tanto enfadada. Alcé la mirada y contemple su cara de preocupación. -¿Cómo lo hago amiga?- contesté totalmente abatida, -la vida ha girado a tal velocidad que he perdido el rumbo, me encuentro sin fuerzas en este momento, continúa el camino sin mí-.

Carla era un amor de chica, algo testaruda y brusca a la hora de comunicarse pero poseía el tesoro mas grande que una persona puede tener, conocía muy bien el significado de la palabra amistad.

Cada día sin falta, llamaba a la puerta de casa en las mañanas y milagrosamente conseguía que me quitara el pijama del día anterior, logrando así, que escalara el primer peldaño de esa enorme y oscura escalera en la que se había convertido mi existencia últimamente. Yo me apoyaba en ella, en sus abrazos que me reiniciaban, en sus consejos y en la alegría que desprendían sus ojos negros azabache. Después de mucho tiempo, gracias a su paciencia y cariño conseguimos alcanzar juntas la cumbre que tan lejana se veía en un principio para mí.

Aquella mañana Carla no me llamo como lo hacía habitualmente, tampoco contestaba el teléfono, pero no me fue dificil encontrarla en nuestro sitio de siempre, ese que sabía de todos nuestros secretos. La descubrí sentada en un banco de piedra improvisado, abrazada por centenares de olivos, con la mirada perdida en el infinito, ¿Qué había pasado con la chispa innata que habitaba en su mirada? me pregunté.

-¡Vamos tenemos que subir la escalera!- le ordené con voz firme y decidida.

-¿Cómo lo hago amiga mía?- me respondió afligida. Me limité a no decir nada, solo le tendí mis manos temblorosas y ella las tomó decidida -agárrate fuerte querida, ahora yo soy tu bastón-.

#Palagrafías Relatos de 300 palabras.






 

miércoles, 4 de enero de 2023

 

FEBRERO

El ambiente de aquella fría habitación empezaba a sentirse cargado a la vez que la respiración de papá se tornaba cada vez más descompasada. No solo a él le costaba inhalar oxigeno aquella tarde, mi fatiga también se hacía presente a la vez que notaba que la fuerza de sus manos se desvanecía, ya no me apretaba con la fuerza que siempre le caracterizó. La lucha llegaba a su fin, lo dejé descansar.

A través del enorme ventanal que presidia la estancia ya se hacían presentes las luces lejanas de la ciudad que anunciaban la caída de la noche, el color del cielo se volvía de tonos violetas y el rojizo del ocaso se desvanecía por donde mi vista ya no alcanzaba a contemplar. En el parque cercano, los escasos arboles empezaban a convertirse en grandes gigantes de sombras perfiladas dándole a este una estampa casi fantasmagórica.

Por mi cabeza pasó cuan película de Súper Ocho, toda una vida junto a él, sus abrazos cariñosos, sus sabios consejos e incluso sus regañinas de padre protector a las que yo a veces no hice caso.

Volví la vista a la cama, su respiración ahora era lenta y pesarosa. Eché el último vistazo tras el cristal antes de volver a su lado, pues el momento estaba llegando a su inevitable final. En la rama del árbol más próximo pude divisar dos pajarillos negros que vaticinaban lo que estaba por suceder.

Tomé sus manos arrugadas, le acaricie la frente cariñosamente a la vez que susurraba a su oído, -no tengas miedo, estoy aquí- seguidamente la paz inundo mi corazón y un escalofrío recorrió mis entrañas. Nunca imaginé la dulzura que la muerte traería consigo, mire por el ventanal y los pude ver a los dos perdiéndose en el horizonte.

Nunca te olvidaré, papá.

#Palagrafías Relatos de 300 palabras.