FEBRERO
El ambiente de aquella fría
habitación empezaba a sentirse cargado a la vez que la respiración de papá se
tornaba cada vez más descompasada. No solo a él le costaba inhalar oxigeno
aquella tarde, mi fatiga también se hacía presente a la vez que notaba que la
fuerza de sus manos se desvanecía, ya no me apretaba con la fuerza que siempre
le caracterizó. La lucha llegaba a su fin, lo dejé descansar.
A través del enorme ventanal que
presidia la estancia ya se hacían presentes las luces lejanas de la ciudad que
anunciaban la caída de la noche, el color del cielo se volvía de tonos violetas
y el rojizo del ocaso se desvanecía por donde mi vista ya no alcanzaba a
contemplar. En el parque cercano, los escasos arboles empezaban a convertirse
en grandes gigantes de sombras perfiladas dándole a este una estampa casi
fantasmagórica.
Por mi cabeza pasó cuan película
de Súper Ocho, toda una vida junto a él, sus abrazos cariñosos, sus sabios
consejos e incluso sus regañinas de padre protector a las que yo a veces no
hice caso.
Volví la vista a la cama, su
respiración ahora era lenta y pesarosa. Eché el último vistazo tras el cristal
antes de volver a su lado, pues el momento estaba llegando a su inevitable
final. En la rama del árbol más próximo pude divisar dos pajarillos negros que
vaticinaban lo que estaba por suceder.
Tomé sus manos arrugadas, le
acaricie la frente cariñosamente a la vez que susurraba a su oído, -no tengas
miedo, estoy aquí- seguidamente la paz inundo mi corazón y un escalofrío
recorrió mis entrañas. Nunca imaginé la dulzura que la muerte traería consigo,
mire por el ventanal y los pude ver a los dos perdiéndose en el horizonte.
Nunca te olvidaré, papá.
#Palagrafías Relatos de 300 palabras.

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