LA SOMBRA DEL AMOR. GOSHT
Los ríos solitarios suspiran,
espérame…Mi vieja caja de música siempre entona la misma melodía cuando con
recelo empiezo a desnudar su esqueleto de madera color cerezo y descubro con
delicadeza su interior forrado en terciopelo de color rubí.
Una pequeña bailarina de
marfil da vueltas sin parar al compás de la música, tantas como puede dar la
vida a lo largo de sus años, pareciera que no quisiese parar de girar para no
asumir el destino que le toco vivir, encerrada para siempre en esa elegante
caja que para ella se había convertido en una prisión.
La contemplo ensimismada, mientras
describo detalladamente su perfecta anatomía diminuta, pero en su cara advierto
una mueca de tristeza y soledad. Me gustaría preguntarle si aún sigue enamorada
de aquel soldadito legionario que marchó al frente cuando a ella le impusieron
tal reclutamiento. Me imagino con ilusión como si de un cuento se tratase, la
vida de ambos si el juego de la existencia hubiese ejecutado la partida de una manera
magistral.
-Las bailarinas de marfil
nacen para vivir en las cajas, querida- le dije con dulzura. Ese es su rumbo,
pero aún triste, aún rota, aún sin la compañía de ese soldado, debes de danzar
feliz con la suerte que te tocó, al menos vives en una caja lujosa y yo te doy
conversación cada noche cuando guardo mis pendientes de perlas falsas a tus
pies, antes de ir a la cama. Buenas noches preciosa, hasta mañana.




