DE
SU PUÑO Y LETRA
…un día sin mí te parecerá tan
infinito como intentar alcanzar una por una todas las estrellas que iluminan la
oscuridad de este firmamento. Cuando sientas el vacío de ese hueco que ahora
ocupas con cualquier cometido intrascendente, recuerda todo el cariño y la amistad
sincera que te ofrecí y que nunca supiste ver, cuídate te echare de menos.
Gaby.
Habían transcurrido más de dos
décadas desde que recibí aquella carta de su puño y letra, por aquel entonces
me encontraba tan enfadado con la vida que apenas le presté atención, pero algo
me impulsó a guardarla en el robusto cajón de la vieja peinadora. La acompañaba
una pequeña llave a la que tampoco le di demasiada importancia ocultándola
entre pañuelos y bolas de alcanfor durante una dilatada temporada.
Durante muchos años viví ajeno
a lo que me intentaban anunciar aquellas emociones escritas con la fuerza de
una tormenta y con la convicción de que apartarla de mí, había sido la decisión
más acertada de mi vida. Definitivamente no estaba preparado para entenderlas,
pues en esa época nos encontrábamos separados por un tremendo abismo. Su evolución
y su manera de quererme no concordaban para nada con mi prehistórico razonamiento.
Sentado en el viejo sofá
desgastado por el tiempo, percibo como mí ahora longeva vida se consume
rápidamente y le encuentro el verdadero sentido a aquella esquela que junto a
la diminuta llave llevaba encriptado un inmenso mensaje. Mucho tiempo después tras
innumerables tropiezos, había comprendido realmente su significado. Una lágrima
tibia rodo incontrolable por mi mejilla.
“Nico solo tú tienes la llave
de tu propia vida, de tus decisiones presentes dependerá tu felicidad futura, te
dejo marchar con tristeza pues no puedo hacer otra cosa que dejar que te
equivoques. Tú eres el creador de tu propio destino, cuídate.
Gaby”.


No hay comentarios:
Publicar un comentario