CORAZÓN
DE CUARZO
Podría ser que algún día
cuando contemples como mueren los rayos de sol tras el horizonte, recuerdes el
brillo que desprendían mis ojos cuando se reflejaban en tus pupilas, mientras mis
manos curiosas se enredaban sin piedad en tu espalda con el propósito certero
de explorar como si de un tesoro se tratase, aquel espacio tan sumamente desconocido.
Podría ser que algún día, los
cientos de flores rosadas que adornan los almendros en las gélidas tardes de
marzo, te evoquen la suavidad de mis labios rozando de manera sutil cada
milímetro de tu epidermis mientras tímido, hundías la nariz en mi pelo aspirando
su particular aroma y dejabas escapar de lo más profundo de tu ser un suspiro
cálido que estremecía todo mi cuerpo.
Podría ser que algún día
sueñes con haber tenido el poder de detener por un instante el minutero del
reloj, en ese espacio de tiempo correcto, donde los latidos de ambos corazones
se fusionaban, convirtiéndose en el compás de una melodía casi perfecta, evitando
así, que este, se escabúllese entre nuestros dedos como si de un puñado de
arena se tratase, rápido, incontrolable.
Podría ser que algún día, cada
palabra que ahogamos, cada beso que no nos permitimos o cada caricia que nos
negamos se conviertan en sombras sigilosas rondando como seres fantasmagóricos alrededor
de nuestra mente.
Si eso sucede y no estoy,
búscame cuando expire el día. En cada nuevo ocaso yo estaré siempre contigo,
pintando tu existencia con los más tibios colores, en cada almendro florecido perfumaré
tu rostro con el más dulce de los aromas y en cada canción que bailamos en
silencio, sentirás como nuestra melodía vuelve a latir al unísono para
recordarte que todo estará bien.
Me encontrarás bajo esa enorme
armadura, en tu corazón impenetrable de cuarzo rosa.

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