jueves, 19 de octubre de 2023

 

 EL ÚLTIMO DÍA DE MI VIDA

 

El aroma del café recién hecho anunciaba el nacimiento de un nuevo amanecer. Las calles de la ciudad, vestían con un manto de nubes blanquecinas que apenas dejaban dibujar las figuras de los escasos transeúntes que las habitaban.

Me levanté temprano dejando tras de mí la cama alborotada un día más de tantos, pues quería aprovechar ese plazo de veinticuatro horas que me restaban, para cumplir todos mis más profundos deseos antes de partir.

Me tomé el tiempo necesario para disfrutar de una agradable ducha bien caliente, utilizando mi gel favorito de aroma a coco en una proporción bastante generosa. Cerré los ojos mientras el agua a una temperatura casi volcánica, recorría mi cuerpo desnudo proporcionándome el bienestar necesario para comenzar aquello que terminaba.

Para empezar bien el día y tras el café “mañanero” para no entrar mucho en detalles, tomaría con mi familia y amigos un desayuno de churros con chocolate bien caliente en la terraza del Café Mercantil bajo el gustoso calorcito de una de sus estufas de llamas chisporroteantes. La tertulia y las risas aseguradas nos conducirían en un suspiro hasta la hora del ángelus.

El ángelus para los de mi entorno y para mí siempre ha sido sagrado y se toma a partir de las doce. En este caso siempre contamos con la compañía de una buena rubia y como yo elegía en este día, invitamos a la celebración a “Estrella Galicia” ¡esta buenísima cuando se recubre de esa escarcha que la hace irresistible! Bien fría, al contrario que la ducha.

- ¡Camarero otra ronda! Y ponte de tapa ochío de Baeza con morcilla de caldera de la Sierra de Cazorla-

Básicamente porque en el infierno no creía poder disfrutar de lo que para mí es uno de los mejores manjares para el paladar. No soy muy exquisita como podéis comprobar, pero sobre gustos no hay nada escrito, así que ese día nos saltaríamos la dieta a la torera, sin remordimientos.

- ¡Que rule otra ronda de purillos Don Julián, que la ocasión lo merece! -

 Aquello se nos empezaba a ir de las manos, literalmente.

El café lo omitiríamos ya que llegados a este punto el reloj marcaba las siete de la tarde y el gibao (llamado así en mi pueblo) nos estaba esperando (Gin Tonic en la capital) ahí sí que ya se lio el lío, así que como dijo Maira Gómez Kemp “hasta aquí puedo leer” o más bien escribir.

Llegué a casa exhausta, con dolor en la tripa de tanto reír, no sin antes despedirme de la cuadrilla bailando la última canción de la noche, y como con chocolate empezó esté día con el chocolatero llegó a su término.

- ¡Paquito… eh! -

¿Y si disfrutamos cada uno de nuestros días como si fuese el último? Por suerte o por desgracia nunca sabremos cuando de verdad llegue ese momento, así que aprovechemos cada instante, disfrutemos de cada risa, abracemos fuerte, seamos intensos, o como nos dé la gana, pero seamos felices a diario.

 

¡Salud!





Reto #pregunta 

A la pregunta propuesta ¿Qué harías el último día de tu vida? Contestar sin límite de palabras.



Relato premiado con el reconocimiento semanal


En este caso acompaño mi relato con esta canción que me encanta "LA FIESTA"





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