COMPAÑEROS DE TOXICIDAD
Frase de la semana #ymevinolavergüenza
Había una vez en cierto lugar
una tímida niña de ojos color caramelo llamada vergüenza. Siempre caminaba por
la vida intentando pasar desapercibida, no le gustaba llamar la atención.
Confiada y complaciente con los demás, esta pequeña creció convencida de que en
ciertas situaciones debía de acallar sus sentimientos y opiniones, quizá por
miedo al qué dirán.
Casi a su vez en otro plano
diferente, vivía un pequeño de ojos color esmeralda llamado miedo. Un niño que
maduró dejando de hacer cosas que le apasionaban por la vergüenza de verse
señalado por las personas de su entorno. Miedo disimulaba y enmascaraba
incesantemente sus temores con el bien hacer de sus actos. Era el hijo perfecto
que todo padre desearía tener en la vida.
Cierto día el destino quiso
que los caminos de miedo y vergüenza se cruzaran en un punto concreto
¿coincidencia? Yo no lo llamaría así, al igual que los planetas que orbitan en
el espacio y se encuentran, estos dos se sintieron atraídos por una extraña
gravedad que los atrapó.
Aunque se hicieron buenos
amigos, ella siempre calló por vergüenza y el nunca actuó por miedo y fue por
esos dos motivos, que siempre van unidos de la mano, que terminaron separándose
para siempre de la más ruin de las maneras. Un cataclismo que fue precedido por
un largo periodo de calma y reflexión.
¿Pensaréis que os estoy
contando una historia triste verdad? En cierto modo lo fue por un tiempo.
El miedo y la vergüenza
compañeros de las creencias arrastradas a lo largo de nuestras vidas, pueden llegar
a ser un arma de destrucción letal para alcanzar la tan ansiada felicidad. Cambiar
patrones conductuales, salir de la zona de confort a la que estamos
acostumbrados a veces resulta difícil pero no imposible. El miedo y la
vergüenza y aquella coincidencia no casual acarreaban tras de sí un aprendizaje
y un cambio de vida importantísimo.
Vergüenza a aprendido a
expresar sin miedo todo lo que siente a pesar de que los demás no la comprendan
o la tachen de loca, ella es feliz así. Confiada y complaciente con ella misma camina
por la vida intentando ver la luz a pesar de la oscuridad y el qué dirán es
algo que ya no le importa. Segura de sí, nunca más antepondrá el miedo a su
felicidad y la vergüenza a la que muchos estaban acostumbrados, hace tiempo que
la soltó poco a poco por el camino.
Ahora todos la conocen con el
nombre de LIBERTAD.

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