miércoles, 18 de septiembre de 2024

 

POKER DE ASES

 

El húmedo aroma a petricor que la tarde me regalaba, embriagaba con su mágico olor cada rincón de la ciudad anunciando la tormenta que se avecinaba. El cielo se tornaba con una mezcla oscura y a la vez encendida pintando sobre este, un atardecer algo peculiar.

Mientras caminaba embelesándome de estas sensaciones, mis pensamientos revoloteaban como mariposas agitadas sacudiendo sus alas en mi mente hasta envolverme por completo en un haz de luz inquietante.

Me deje caer en uno de los bancos de forja a mi paso, permitiendo que este recorriera con su gélida fiebre particular cada uno de los rincones de mi cuerpo fatigado, de mi alma rota. Mis manos temblorosas agarraban a duras penas la botella medio llena que me acompañaba mientras sus movimientos involuntarios mecían el contenido en círculos infinitos que mi mirada fijaba.

Cerré los ojos, la brisa se convertía poco a poco en ventoleras de aire cada vez más fuertes y las gotas ya rodaban entrelazadas helando mi rostro arrebolado.

-Tranquila la tormenta llega, pero pronto pasará- me repetía una dulce voz desde lo más profundo de mi ser.

La partida de póker llegaba a su final, mientras abría la botella cada una de las mariposas que habían crecido en mi corazón escapaban presurosas de mi interior muriendo inevitablemente en el duro intento de alzar el vuelo en tierra mojada, las ahogue.

Al igual que suicidé a esas mariposas que nacieron producto de todo el amor de mi corazón, intenté fallidamente matar cada uno de mis sentimientos más puros mientras el agua mezclada con el salitre de las lágrimas derramadas intentaba purificarme.

Comprendí entonces que en aquella partida yo solo fui el comodín, la opción perfecta en algunas ocasiones, ese que se utiliza para ganar algunas manos y se descarta cuando no es necesario si conseguimos alcanzar el ansiado póker de ases. La reina de corazones que pisó fuerte en tiempos pasados fue reducida a cenizas, fulminada sin piedad.

Dos copas brindaban en la noche, medio llenas de celos, medio llena de miedos, medio llenas de mentiras, medio llenas de falsa felicidad. Sobre la mesa pude observar con tristeza un full inacabado, un caballo roto y una reina postiza intentando mantener su posición sobre el tapete de juego aun sabiendo a ciencia cierta, que nunca conseguirán hacer una buena mano.

Terminó la tormenta y con ella comenzó una nueva y dolorosa partida a la que habrá que ponerle valor y ganas. Este es el juego de la vida, no gana el que se va si no el que olvida.





 

 

 

 

 

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