REFLEJOS
DEL ALMA
Acomodada sobre la húmeda
arena de la playa, contemplaba el resplandor que arrojaba la gran esfera
luminiscente de la noche sobre la inmensidad del mar, dotándolo de una mágica
melena de hilos plateados.
La inmensa luna llena que el
crepúsculo daba a luz aquella tibia noche de julio, embrujaba mis sentidos, sacando
a relucir en mi mente todos los deseos ocultos de mi atorada alma.
¿Cuántas veces la contemplamos
juntos? ¿Recuerdas cuando nuestros sueños eran cómplices? ¿Dónde están las
promesas de ayer, todos los planes que imaginamos? Me preguntaba.
Rendida ante tal encantamiento,
intentaba ordenar aquel desordenado desván en el que se había convertido mi
vida, a la vez que las lágrimas saladas se entremezclaban con el salitre del
lugar ¿A dónde nos conducirá el futuro? Me preguntaba.
El futuro, tan incierto como
inseguro, era sin duda, un billete sin destino, una efímera ilusión recreada en
la mente, algo inmanejable.
¿Por qué no colmarlo de buenos
momentos? Para ello decidí vivir el día a día y su presente, sin escarbar en el
pasado y sin imaginarme un futuro perfecto ni prometedor. Llenar mis años de
vida, de pequeños momentos de felicidad, de experiencias cargadas de
aprendizaje, coraje y valor, obviando la tristeza y el desánimo para canjearlos
por paz y alegría en mi caminar.
¿Os preguntareis si pedí un
deseo? Desee con todas mis fuerzas que se disipara toda oscuridad y que una mágica
luna de verano brillara siempre para mí ante cualquier situación que me
abordase. Que su luz, me cubriera de todo el poder necesario para ver la salida
al fondo de cualquier túnel, por lóbrego que este se enfilara.
Aquella mágica luna de julio,
de un año cualquiera, resplandeció con una fuerza poderosa, para hacerme
comprender que las sombras también esconden tras de sí, la esperanzadora
claridad.
Reto en el que participé hace unas semanas #lunadeverano
Relato de 300 palabras que acompaño con una foto especial para mí.
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