OSCURIDAD
Para ser finales de mayo la tarde
se veía amenazada bajo un manto de oscuridad alarmante, tal como mis
pensamientos, lóbregos, nebulosos. Digamos que ésta, no acompañaba para nada a
la lucha que mantenía por estabilizar mi ánimo de los últimos días.
Abrí el ventanal de par en
par, pues el encierro impuesto producía en mí una sensación de ahogo inevitable,
convirtiendo el oxígeno de la habitación en un aire espeso y difícil de
respirar en ese momento. El olor a tierra mojada embriago mis cinco sentidos
inmediatamente, mientras fijaba la vista en las hojas que el viento mecía de
manera acompasada, al igual que lo hacía con mi pelo castaño. Las pequeñas
gotas que viajeras caían del cielo cuan oro líquido aquella tarde de primavera,
mojaban mi rostro húmedo por las lágrimas que lo acompañaban.
Tomé una instantánea del oscuro
paisaje.
- ¿Qué ves en esta foto? - le
pregunté.
Esbozó una enorme sonrisa
mientras contestaba –¿no todo es tan negro como parece no crees? –
Volví a dirigir mi vista hacia
el horizonte y puede contemplar con alegría cómo tras los nubarrones los rayos
tímidos proyectados por el sol, intentaban colarse en la escena cuan impostores,
dando lugar a un hermoso arcoíris de colores vivos y brillantes.
Sonreí al observarlo mientras
menguaba la tristeza en la que me hallaba sumergida, dando paso ésta a una
bocanada de vida que me reiniciaba de pies a cabeza. Hacía días que había
olvidado lo que era sentir alegría y esperanza.
“Aunque todo se vea muy negro
en algunas situaciones, tras la tormenta siempre brilla el sol” y a
veces lo hace de manera tan delicada y sutil como esa tarde, con una sonrisa
enorme en forma de arcoíris o con un arcoíris tan enorme como una sonrisa.
Todo es cuestión de
perspectiva.

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