martes, 6 de junio de 2023

 

FLORES EN EL DESVÁN

 

Mis pequeños pies descalzos escalaban aturdidamente cada tarde, las viejas escaleras de madera que subían al desván de casa de la abuela. Ella siempre sonriente, me tendía una de sus encalladas manos ofreciéndome ayuda mientras en la otra sostenía un ramillete de lilas que desprendían un dulce olor que embriagaba el ambiente.

Tras la puerta una antigua mecedora de madera color cerezo engalanada con un cojín de ganchillo de colorines y una mesita pequeña con la foto del abuelo, siempre dejábamos junto a él las flores que recogíamos en la tarde.

- Ven aquí, mi reina- me decía cariñosa, mientras golpeaba suavemente sus rodillas invitándome a acurrucarme en su regazo. Yo sin duda no podía resistirme a tal invitación. Mi muñeca de trapo me acompañaba en esa hora azul que compartíamos cuando el día daba paso livianamente a la noche estrellada, allí me dormía plácidamente, junto a su cálido cuerpo, dando paso a los más dulces sueños jamás sospechados.

Hoy volví a subir al desván, pero nada es como por aquel entonces. Pude ver trazada toda una vida en aquellos trastos almacenados que acumulaban una gruesa capa de polvo parecida al terciopelo. La vieja bicicleta de mi infancia, los disfraces que juntas confeccionábamos cada año para el cole y la antigua mecedora donde reposaba mi muñeca. La abracé fuerte, mientras en aquel silencio absoluto, el chirriar de las mecidas se convertían en dulces melodías celestiales.

Un aroma a lilas irrumpió de repente en ese dulce trance de sueño en el que me encontraba sumida, mientras unas manos aterciopeladas acariciaban ligeramente mi brazo.

-Mari…- alguien susurró mi nombre de manera vaporosa –duerme mi reina- murmuró seguidamente.

Cuando no puedo dormir, subo al desván para estrecharme en el recuerdo de sus perfumados abrazos ahora angelicales, ellos me dan la paz que necesito.




Reto en el que participo y que yo misma propuse para esta semana.
300 palabras #eldesvan

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