viernes, 30 de diciembre de 2022

 

LA MÚSICA NO SE TOCA

La música durante el embarazo y la infancia

 

Queridos lectores:

En primer lugar, me gustaría presentarme. Me llamo Pilar y soy natural de Begíjar, aunque actualmente no vivo en el pueblo, supongo que todos me conocéis en mayor o menor medida. Hace unos meses, y tras participar en el primer certamen literario que se celebró en el pueblo con motivo del día del libro, me propusieron colaborar con esta revista. Me pareció una idea maravillosa ya que a mí me encanta escribir y me relaja, pero nunca antes lo había hecho de manera pública hasta aquel momento. Me gustaría agradecer que se me tenga en cuenta para formar parte de este proyecto y así poder continuar con esta iniciativa tan beneficiosa y entretenida para nuestro pueblo que un día comenzaron a realizar otras personas y que con mucho esfuerzo y dedicación han conseguido mantener a flote. Hacerlo de la mano de mi madre y de mi hija será sin duda una experiencia muy gratificante para mí.

Inmediatamente se me planteó la duda sobre los temas que podría tratar a lo largo de esta trayectoria, así que decidí que en cada número escribiría sobre algo que me gustase y lo compartiría con todos vosotros esperando que sea de vuestro interés y agrado.

Ya que no hay nada más inspirador y emocionante para los que nos deleitamos escribiendo que hacerlo sobre temas que sean de nuestro interés, la decisión fue tremendamente sencilla, hablaría sobre la música. Mi debilidad y mi pasión como sabrán los que me conocen, pues no concibo la vida sin ella. ¿Os habéis parado a pensar alguna vez en la importancia que tiene esta en la vida de todas las personas? ¿Escucháis música a diario? Quizá después de leerme consideréis incluirla en vuestro día a día, si es que ya no lo hacéis de manera inconsciente.

Los que me siguen en redes sociales sabrán que me gusta titular cada escrito con el nombre de una canción. En este caso “La música no se toca” fue la elegida. Para mí, una de las grandes obras maestras del gran artista Alejandro Sanz que recomiendo que escuchéis con atención al terminar de leer el artículo, pues tiene mucho que ver con lo que os voy a relatar en esta sección a lo largo de sus numerosas entregas y que hará referencia a la música y la importancia de esta en las diferentes etapas de la vida del ser humano.

La música, esa gran conocida por todos, pero a la vez tan desconocida para muchos en cuanto a numerosos beneficios se refiere ¿Y si os digo que ella está presente en nuestra vida desde antes de que existamos como tal?

En mi primer embarazo me dedicaba a leer revistas para futuras mamás y en una de ellas alcancé a descubrir que era bueno poner música para que el bebé la escuchase y así se relajara.  Tengo que decir que, por aquel entonces, yo era muy joven y estaba poco puesta en este tema, además tampoco había tantos adelantos de internet para indagar como de los que disponemos en la actualidad. ¿Sería verdad que mi niña escucharía la melodía? Así comencé cada noche, un poco incrédula, a poner a mi pequeña bebé música zen que descargué en un CD mientras acariciaba mi barriga y me imaginaba su tierna carita.

Cuando María José nació digamos que le costó un poco adaptarse a “la vida”, no le sentó muy bien eso de salir de su zona de confort y afrontar lo que nosotros conocemos como mundo, pero curiosamente aquel CD de música zen que había escuchado durante meses, era de las pocas cosas que la calmaba en sus interminables noches de llanto junto con las nanas de toda la vida que desvelada le regalaba con todo el amor del mundo. Su preferida era el lucerito de la mañana.

En mi segundo embarazo también experimenté algo especial con la música. Un día buscando cosas de bebés por el internet prehistórico de la época, encontré una canción de “La Caja de Pandora” que considero preciosa y que recomiendo a todas las mujeres que esperan con gran ilusión ese momento tan único e irrepetible como es la llegada de un hijo. Esa canción me emocionaba inevitablemente, se llamaba “Peinas el aire”, casi siempre y tras escucharla terminaba llorando, pues me veía reflejada en su letra y eso junto con las hormonas que también hacían de las suyas la convertía en un coctel molotov de emociones. Y así llegó Ismael a nuestras vidas como decía aquella canción que se convirtió sin duda en un himno para mí, “cuando asomaba el alba y fue la más bonita madrugada”.

Conforme mi hijo crecía y durante bastantes años, lloraba al escucharla sin motivo aparente. Era atender a las primeras notas de la melodía y la emoción se reflejaba en su pequeña carita de ángel. Esa canción tenía poder en él, provocándole un torrente imparable de sentimientos encontrados que yo inconscientemente le transmití cuando él aún vivía en mis entrañas. Su subconsciente la recordaba desde antes de nacer, algo simplemente maravilloso.

Es por eso que pienso, que la música tiene una magia especial, que es fundamental para todas las personas y que está ligada a los sentimientos y a las emociones que experimentamos. La música nos hace vibrar como podéis comprobar desde antes de nuestros comienzos en el mundo como tal, tiene ese encanto.

Pasaron los años y mis bebes se hicieron algo más mayores ¿Jugamos a cantar una canción mamá? Siempre había una cantinela para cada momento del día. Para recoger los juguetes “A guardar cada cosa en su lugar”, para comer, para bañarse e incluso para dormir donde la canción de “Los cochinitos” era la elegida. Una canción que mi abuela cantaba a mi padre, mi padre a mí y yo a mis hijos, perdurando esta en el tiempo, generación tras generación.

¡Cumpleaños Feliz! ¡Feliz en tu día! ¡Porque es una chica excelente! … podría nombrar miles de canciones que nos acompañan en nuestros momentos más felices y emotivos, pero aquí dejo que cada uno saque a pasear su imaginación y piense en una que le recuerde a un momento feliz de su infancia. Seguro que todos y cada uno de vosotros tenéis alguna un tanto especial que podéis asociar a un momento único e irrepetible.

La canción de los buenos días es la que más recuerdo en la época de prescolar de mis niños y decía algo así: Buenos días canto yo, el sol dice hola, la luna dice adiós… era emocionante escuchar a todos los niños cantando por los pasillos estrechos del antiguo colegio mientras la seño Miki los saludaba cariñosamente y les daba la bienvenida a un nuevo día de clase con ese toque de humor y dulzura que la caracterizaban. Todos marchaban contentos y felices para disfrutar de una nueva jornada de diversión con los compañeros y esa felicidad sin duda se acentuaba gracias a esa sencilla retahíla.

Y es que la música en la etapa de la infancia, forma parte de la felicidad y el aprendizaje de esas pequeñas mentes en proceso de desarrollo como son la de los niños además de ser una herramienta importantísima para desarrollar la memoria, la creatividad y la fluidez expresiva de estos.

Como dice Sanz en su canción “pasaréis, pasarán los tiempos, se irán los momentos ya lo veréis”. Seguro que, al recordar la canción del corro de la patata, por ejemplo, muchos de vosotros esbozaréis una sonrisa y en cierto modo cerraréis los ojos y volveréis a aquel barrio de Begíjar donde vivíais junto a vuestros amigos de toda la vida. Yo automáticamente me transporto a ese patio de colegio improvisado para prescolares en la plaza de la Constitución en los años 80 con la seño Ana, donde todos juntos la cantábamos y bailábamos jubilosos. Todo eso ya pasó hace muchos años, pero… ¡y qué! lo que va en el viento es lo más seguro, no lo dudéis y se aferra al tiempo y se queda eterno en el corazón.

Recordar es vivir y la música siempre flotará convirtiendo esos recuerdos en emociones y haciendo que nuestras anécdotas de la infancia siempre estén presentes para así revivir con alegría esa parte de niños que sigue habitando dentro de nosotros y que nunca debe de morir ya que es ahí donde siempre encontraremos la ilusión y la esperanza para seguir adelante con todos nuestros sueños.

 

Pilar Pérez Cuevas.


Colaboración el la revista trismestral "Begíar Informa" donde también colabora mi madre Lucía Cuevas Pozo con la poesía "Nana del olivar" y mi hija María José Checa Pérez con "El diario de Karen"



 



 

 

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