LA
MÚSICA NO SE TOCA
La
música durante el embarazo y la infancia
Queridos lectores:
En primer lugar, me
gustaría presentarme. Me llamo Pilar y soy natural de Begíjar, aunque
actualmente no vivo en el pueblo, supongo que todos me conocéis en mayor o
menor medida. Hace unos meses, y tras participar en el primer certamen
literario que se celebró en el pueblo con motivo del día del libro, me
propusieron colaborar con esta revista. Me pareció una idea maravillosa ya que
a mí me encanta escribir y me relaja, pero nunca antes lo había hecho de manera
pública hasta aquel momento. Me gustaría agradecer que se me tenga en cuenta
para formar parte de este proyecto y así poder continuar con esta iniciativa
tan beneficiosa y entretenida para nuestro pueblo que un día comenzaron a
realizar otras personas y que con mucho esfuerzo y dedicación han conseguido
mantener a flote. Hacerlo de la mano de mi madre y de mi hija será sin duda una
experiencia muy gratificante para mí.
Inmediatamente se me
planteó la duda sobre los temas que podría tratar a lo largo de esta
trayectoria, así que decidí que en cada número escribiría sobre algo que me
gustase y lo compartiría con todos vosotros esperando que sea de vuestro interés
y agrado.
Ya que no hay nada más
inspirador y emocionante para los que nos deleitamos escribiendo que hacerlo
sobre temas que sean de nuestro interés, la decisión fue tremendamente sencilla,
hablaría sobre la música. Mi debilidad y mi pasión como sabrán los que me
conocen, pues no concibo la vida sin ella. ¿Os habéis parado a pensar alguna
vez en la importancia que tiene esta en la vida de todas las personas? ¿Escucháis
música a diario? Quizá después de leerme consideréis incluirla en vuestro día a
día, si es que ya no lo hacéis de manera inconsciente.
Los que me siguen en redes
sociales sabrán que me gusta titular cada escrito con el nombre de una canción.
En este caso “La música no se toca” fue la elegida. Para mí, una de las grandes
obras maestras del gran artista Alejandro Sanz que recomiendo que escuchéis con
atención al terminar de leer el artículo, pues tiene mucho que ver con lo que
os voy a relatar en esta sección a lo largo de sus numerosas entregas y que
hará referencia a la música y la importancia de esta en las diferentes etapas
de la vida del ser humano.
La música, esa gran
conocida por todos, pero a la vez tan desconocida para muchos en cuanto a
numerosos beneficios se refiere ¿Y si os digo que ella está presente en nuestra
vida desde antes de que existamos como tal?
En mi primer embarazo me
dedicaba a leer revistas para futuras mamás y en una de ellas alcancé a
descubrir que era bueno poner música para que el bebé la escuchase y así se
relajara. Tengo que decir que, por aquel
entonces, yo era muy joven y estaba poco puesta en este tema, además tampoco
había tantos adelantos de internet para indagar como de los que disponemos en
la actualidad. ¿Sería verdad que mi niña escucharía la melodía? Así comencé
cada noche, un poco incrédula, a poner a mi pequeña bebé música zen que
descargué en un CD mientras acariciaba mi barriga y me imaginaba su tierna
carita.
Cuando María José nació
digamos que le costó un poco adaptarse a “la vida”, no le sentó muy bien eso de
salir de su zona de confort y afrontar lo que nosotros conocemos como mundo,
pero curiosamente aquel CD de música zen que había escuchado durante meses, era
de las pocas cosas que la calmaba en sus interminables noches de llanto junto
con las nanas de toda la vida que desvelada le regalaba con todo el amor del
mundo. Su preferida era el lucerito de la mañana.
En mi segundo embarazo
también experimenté algo especial con la música. Un día buscando cosas de bebés
por el internet prehistórico de la época, encontré una canción de “La Caja de
Pandora” que considero preciosa y que recomiendo a todas las mujeres que
esperan con gran ilusión ese momento tan único e irrepetible como es la llegada
de un hijo. Esa canción me emocionaba inevitablemente, se llamaba “Peinas el
aire”, casi siempre y tras escucharla terminaba llorando, pues me veía
reflejada en su letra y eso junto con las hormonas que también hacían de las
suyas la convertía en un coctel molotov de emociones. Y así llegó Ismael a
nuestras vidas como decía aquella canción que se convirtió sin duda en un himno
para mí, “cuando asomaba el alba y fue la más bonita madrugada”.
Conforme mi hijo crecía y
durante bastantes años, lloraba al escucharla sin motivo aparente. Era atender
a las primeras notas de la melodía y la emoción se reflejaba en su pequeña
carita de ángel. Esa canción tenía poder en él, provocándole un torrente
imparable de sentimientos encontrados que yo inconscientemente le transmití cuando
él aún vivía en mis entrañas. Su subconsciente la recordaba desde antes de
nacer, algo simplemente maravilloso.
Es por eso que pienso,
que la música tiene una magia especial, que es fundamental para todas las
personas y que está ligada a los sentimientos y a las emociones que
experimentamos. La música nos hace vibrar como podéis comprobar desde antes de
nuestros comienzos en el mundo como tal, tiene ese encanto.
Pasaron los años y mis
bebes se hicieron algo más mayores ¿Jugamos a cantar una canción mamá? Siempre había
una cantinela para cada momento del día. Para recoger los juguetes “A guardar
cada cosa en su lugar”, para comer, para bañarse e incluso para dormir donde la
canción de “Los cochinitos” era la elegida. Una canción que mi abuela cantaba a
mi padre, mi padre a mí y yo a mis hijos, perdurando esta en el tiempo,
generación tras generación.
¡Cumpleaños Feliz! ¡Feliz
en tu día! ¡Porque es una chica excelente! … podría nombrar miles de canciones
que nos acompañan en nuestros momentos más felices y emotivos, pero aquí dejo
que cada uno saque a pasear su imaginación y piense en una que le recuerde a un
momento feliz de su infancia. Seguro que todos y cada uno de vosotros tenéis
alguna un tanto especial que podéis asociar a un momento único e irrepetible.
La canción de los buenos
días es la que más recuerdo en la época de prescolar de mis niños y decía algo
así: Buenos días canto yo, el sol dice hola, la luna dice adiós… era
emocionante escuchar a todos los niños cantando por los pasillos estrechos del
antiguo colegio mientras la seño Miki los saludaba cariñosamente y les daba la
bienvenida a un nuevo día de clase con ese toque de humor y dulzura que la
caracterizaban. Todos marchaban contentos y felices para disfrutar de una nueva
jornada de diversión con los compañeros y esa felicidad sin duda se acentuaba
gracias a esa sencilla retahíla.
Y es que la música en la
etapa de la infancia, forma parte de la felicidad y el aprendizaje de esas
pequeñas mentes en proceso de desarrollo como son la de los niños además de ser
una herramienta importantísima para desarrollar la memoria, la creatividad y la
fluidez expresiva de estos.
Como dice Sanz en su
canción “pasaréis, pasarán los tiempos, se irán los momentos ya lo veréis”. Seguro
que, al recordar la canción del corro de la patata, por ejemplo, muchos de
vosotros esbozaréis una sonrisa y en cierto modo cerraréis los ojos y volveréis
a aquel barrio de Begíjar donde vivíais junto a vuestros amigos de toda la vida.
Yo automáticamente me transporto a ese patio de colegio improvisado para
prescolares en la plaza de la Constitución en los años 80 con la seño Ana,
donde todos juntos la cantábamos y bailábamos jubilosos. Todo eso ya pasó hace
muchos años, pero… ¡y qué! lo que va en el viento es lo más seguro, no lo
dudéis y se aferra al tiempo y se queda eterno en el corazón.
Recordar es vivir y la
música siempre flotará convirtiendo esos recuerdos en emociones y haciendo que nuestras
anécdotas de la infancia siempre estén presentes para así revivir con alegría
esa parte de niños que sigue habitando dentro de nosotros y que nunca debe de
morir ya que es ahí donde siempre encontraremos la ilusión y la esperanza para
seguir adelante con todos nuestros sueños.
Pilar Pérez Cuevas.
Colaboración el la revista trismestral "Begíar Informa" donde también colabora mi madre Lucía Cuevas Pozo con la poesía "Nana del olivar" y mi hija María José Checa Pérez con "El diario de Karen"

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