El VIOLINISTA CIEGO
Cada tarde coincidiendo con la
puesta de sol Marco acudía a la cita y preparaba todo cuidadosamente. Como si
de un ritual se tratase comenzaba por desenfundar el violín mientras lo
acariciaba suavemente. El brillo que el instrumento desprendía se fusionaba
junto a los frágiles rayos de sol que se proyectaban a través del alfeizar,
tomaba el arco entre sus delicadas manos de dedos largos, suspiraba y comenzaba
a disparar con sutileza las notas que componían la melodía de “Perfect”. La música
invadía el ambiente delicadamente, atrayendo a los viandantes que visitaban el
lugar, cada nota se convertía en un regalo para los oyentes que, encantados por
esta, se detenían ante su estampa a escuchar pacientemente. Marco disfrutaba
haciendo magia cada tarde, tenía buen oído para el violín y una enorme sensibilidad
que dejaba su alma al desnudo cuando interpretaba esa canción.
A mí me gustaba acercarme a
contemplarlo cada tarde cuando salía de la oficina. Me acomodaba tranquilamente
en el suelo y me hacía un ovillo en un rincón del patio, fuera de la vista de
todos. Desde ese ángulo el sol impactaba perfectamente en su cabello rubio dotándolo
de un color dorado espectacular. Él nunca se percató de mi presencia, sin embargo,
yo estuve ahí durante mucho tiempo llenando mi corazón y apaciguando mi
tristeza con su música, era lo único que me convertía en alguien más feliz.
Él siempre sería para mí el
músico que nunca quiso ver, a pesar de todos los momentos que algún día
compartimos juntos, y yo esa chica rota que lo admiraría hasta el último de sus
días desde un rincón escondido.
Pilar Pérez Cuevas.
Diciembre de 2022.
Participación en el concurso #palagrafías ¿Qué te sugiere esta imagen? de la página de Facebook "Escritura creativa para aficionados"
#Palagrafías Relatos de 300 palabras.

No hay comentarios:
Publicar un comentario