ATARDECIDA
DE SEPTIEMBRE
Como cada año, el día
veinticinco de septiembre a la atardecida, las enormes campanas de bronce de la
Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol repiquetean incesantes para recibir la
festividad de nuestro patrón y señor, el Santísimo Cristo de la Vera Cruz.
Todos los que hemos nacido y
crecido en Begíjar entenderemos el sentimiento que nos acompaña al ver salir
lentamente a nuestro Señor triunfante por la entrada de la parroquia, mientras
una corriente de emociones invade nuestros corazones.
La música es su fiel compañera
y, mientras observo sus pies descalzos sobre un manto blanco de perfumadas flores,
dejo que ésta penetre en mis cinco sentidos llenándome de la magia que invade
ese momento especial.
Mientras admiro su entrañable
rostro hago balance de todo lo acontecido en el año transcurrido y de las veces
que le encomendé las inquietudes que rondaron por mi mente, esperando encontrar
las respuestas adecuadas para dirigir mi vida, en ese tiempo.
“No
hay sufrimiento que no pueda soportar si tú estas a mi lado, Dios mío”
pienso con firmeza, alzando la vista esperanzada al cielo mientras los aplausos
de tus fieles vecinos me arropan culminando ese instante maravilloso.
Es mi fe, señor, la que no me
deja caer ante los inconvenientes que en esta vida se me plantean. Es la
seguridad de que tú me acompañas en cada instante. Y es el sufrimiento que tu
padeciste en la cruz por todos nosotros, el que me incita a ser mejor persona
con los demás, pues si tú lo hiciste por tus hijos, estos deberíamos de tomar
de tu ejemplo.
Derrama tu bendición sobre el
pueblo de Begíjar y sobre los corazones de sus vecinos. Esparce la paz y el
sosiego sobre los que se aquejan para que tengan consuelo, sobre los ancianos
para que sus últimos momentos sean más llevaderos, sobre los niños para que
crezcan fuertes y sanos y, en general, sobre todos los hijos de tu pueblo, para
que puedan seguir rindiéndose por muchos años como cada festividad, a tus pies.
Ser Begijeña, para mí, es un
sentimiento de pertenencia indescriptible, y volver a casa cada día veinticinco
de septiembre para contemplar el pueblo engalanado de felicidad y dicha
mientras su Cristo procesiona llenando de amor todas las calles de éste es de
las experiencias más emocionantes jamás vividas.
A todos los Begijeños que
vuelven al hogar que los vio crecer y a los que tienen la enorme suerte de
vivir allí les deseo de todo corazón que tengan unas felices fiestas este año,
y que la bendición de nuestro Cristo se haga presente en sus familias,
regándolas de abundancia y experiencias positivas para el año venidero.
Recordar que él siempre nos acompaña y, con él, la esperanza de un mundo más
bonito, el mundo que nosotros decidamos crear.
Abrázanos
con tu divinidad,
Cristo
de la Vera Cruz.
Derrocha
tu amor y humildad,
proyecta
en nosotros tu luz.
¡Felices fiestas!
Artículo con el que colaboro en el programa de fiestas en honor al Cristo de la Vera Cruz patrón de mi querido pueblo, Begíjar.
Señor abrázanos con tu inmensa divinidad.



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