miércoles, 29 de enero de 2014

EL COLOR DE LOS RECUERDOS

“En el armario del alma tengo un cajón de recuerdos, unos alegres otros tristes, unos malos y otros buenos”  Yo me quedo con los buenos.
Nací un día de otoño, hace ya treinta años será por eso que me gusta tanto esa época del año, época para soñar, donde los colores son especiales, y el aire huele de otra manera, me identifico mucho con él, a veces soy triste pero otras puedo ser muy alegre eso sí siempre soñadora.
En estos tiempos que corren no muy buenos para nadie hay días en que abro ese cajón y saco a pasear recuerdos de tiempos pasados y con ellos me sumerjo en historias maravillosas, porque pensar es gratis y a mí me sirve para desconectar de la realidad que en ocasiones puede llegar a ser muy cruda. ¿Es bueno tener presente nuestro pasado? Depende, ahí ocasiones en las que sin quererlo se me cuela entre las piernas algún recuerdo triste y entonces es peor el remedio que la enfermedad pero asumo que son parte de mi vida y que también están en mi mente.
Recuerdo mi infancia como la mejor época de mi vida, es curioso pero cuando la estaba viviendo no pensaba lo mismo, ahora tengo otro punto de vista o simplemente pesando en una balanza las dos partes,  la buena pesa más. He sido muy feliz con mi familia y esa  es la base más importante, prácticamente todo ha sido bueno pero especialmente las navidades, esas Nochebuenas todos juntos, alrededor de una mesa de camilla y un brasero de picón que teníamos que estar removiendo a cada momento si queríamos calentarnos, nos juntábamos todos, mis padres, mi hermano, mis  tíos, mis primos y la abuela.  No éramos nosotros de cantar muchos villancicos pero en el ambiente se respiraba paz y alegría, en la mesa no había muchas gambas, por no decir que ni le olíamos los bigotes algunos años pero nos sentíamos dichosos de poder vivir aquellos momentos juntos. Entre petardos y algarabía he pasado momentos inolvidables, ¿cómo no sacar a pasear este recuerdo? Si cada vez que lo hago se me pone una sonrisa de oreja a oreja.
La adolescencia ha marcado mi vida, ha sido el punto clave para vencer mis miedos y forjar la personalidad que hoy en día tengo. Al terminar la EGB tuve que continuar mis estudios fuera del pueblo y ahí es donde aprendí a desenvolverme, en este camino tan maravilloso como duro, tropecé muchas veces pero siempre tuve a mi lado personas que me ayudaron a levantarme, a mirar hacia delante y a ver los problemas un poco más pequeños. Esas personas que conocí en aquellos tiempos me ayudaron a darme cuenta que dentro de mi había una persona valiosa y que yo, siendo simplemente Pilar podría conseguir todo lo que me propusiera, y no es que hicieran nada especial, simplemente me trataron como a una persona, como a otra mas y en ese momento comprendí que fuera de mi pueblo había gentes  con buen corazón y que yo me integraría perfectamente con ellas sin la menor duda. Fueron tiempos difíciles, porque tuve miedo muchas veces, pero aprendí de esos miedos y los vencí todos y cada uno de ellos con una sonrisa y muchas ganas. Deje de hacer cosas que antes hacía simplemente para caer bien o integrarme en un grupo, empecé a ser yo misma y  gane.
Pero no todo fue bueno, también aprendí que por desgracia hay mucha falsedad y envidia en las personas y que esta vida es como una noria en la que sube y baja mucha gente a lo largo de ella siempre por conveniencia,  tuve decepciones, tuve y sigo teniendo hoy en día creo que esto siempre está presente y que hay que ser muy selectivo con la gente a la que uno se arrima pero la verdad es que si tuviera que escribir sobre este tema llenaría un libro entero.
También conocí el amor y como ya he dicho antes, soy una persona muy soñadora y en este aspecto he pasado por muchas etapas,  desde amores imposibles a amores no correspondidos  pasando por los amores platónicos pero creo que esto le pasa a todo el mundo con estas edades sin embargo cuando conocí al que hoy es mi marido supe claramente que sería para toda la vida y por eso arriesgue incluso en contra de mucha gente todo lo que tenía y aposte por aquella relación ciegamente. Ya son doce años desde que nos conocemos,  casi ocho de matrimonio y para mi todo sigue siendo igual de especial que el primer día, incluso más porque fruto de ese amor hoy puedo contar con dos hijos maravillosos que son María José e Ismael, ellos junto con mi marido y familia son los que  me hacen feliz cada mañana y por los que me siento muy orgullosa de ser quien soy, ellos ponen ese aliciente especial para que aun siendo tiempos difíciles los que estamos viviendo, todo sea maravilloso.

Dicho esto, os animo a que cuando os encontréis tristes, agobiados, o simplemente no veáis salida a un problema, saquéis a pasear vuestros mejores recuerdos, ellos os ayudaran a ver la vida de otro color y me viene a la mente la estrofa de una canción que viene como anillo al dedo “no todo es negro o es blanco o es gris, todo depende del matiz, busca y aprende a distinguir” Aunque la tempestad sea fuerte, no dejéis que esa tempestad os impida ver la cantidad de colores que la vida ofrece de esta forma tendréis un cajón lleno de buenos recuerdos.


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