Ese maravilloso viaje que le
habían prometido era más estupendo de lo
que jamás se hubiera podido imaginar, la primera vez disfrutó como nunca antes
lo había hecho. Volvía a repetirlo cada vez que su cuerpo lo necesitaba,
entonces se sentía libre, invencible, capaz de alcanzar la luna con un solo
dedo. Pero el viaje de retorno no era fácil, se encontraba cansado y deprimido,
cada vez se le hacía más corto y necesitaba más viajes para poder disfrutar
como antes, se enfadaba con sus amigos y familia, porque según él nadie le comprendía, nadie le
escuchaba ni le quería, no entendían que él controlaba.

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