miércoles, 29 de enero de 2014

PASEO POR BAEZA

Por fin quietas, en silencio, llenas de misterio… las calles habían quedado solitarias, entre la niebla las farolas arrojaban una luz difuminada y el viento ululaba junto a las paredes de aquellas casonas centenarias. En ese escenario tan frío como bello, caminábamos despacio disfrutando poquito a poco de toda la belleza que ese pueblo escondía y que me llenaba de una paz absoluta. Es mejor de lo que nos contaron,  le dije, mientras contemplábamos con asombro la catedral,  que como si por ella no hubieran pasado los años se alzaba majestuosa en la noche, es espectacular,  y él se quedó sin palabras.


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