miércoles, 29 de enero de 2014

LA RAZÓN Y EL CORAZÓN

Y no intentes escabullirte que no te va a servir de nada, repetía sin cesar una voz dentro de mi corazón.  Marchare a un lugar lejano, donde mis pupilas no puedan vislumbrar su silueta ni siquiera en sueños, allí donde no quede ni el más mínimo recuerdo del perfume de su piel, viviré sin el regalo de su sonrisa cada mañana, contestaba mi mente. Lo  vi por última vez  aquella tarde de otoño,  fue una despedida tan frágil como triste, tan solo el sonido de dos besos áridos rompieron el silencio ensordecedor de aquel momento, en ese instante se derrumbaron todos los castillos que había construido en mi cabeza. Jamás podría olvidarlo.


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