Se dibuja una sonrisa mellada en
su boquita cuando papá va a visitarlo cada domingo, van al parque, juegan
juntos con la arena y más tarde comen hamburguesas con los dedos, pero pronto
darán las seis en el reloj de la plaza, esas seis campanadas frías que se
clavaran en su cerebro y pondrán punto final a un día maravilloso. Fran volverá con sus compañeros, a la rutina,
pasarán otras seis noches de anhelos, tristeza y a la vez impaciencia hasta que
vuelva a producirse el milagro, aunque en el fondo no se encuentra tan mal allí, sabe que
estará bien cuidado, hasta el próximo domingo.
Hace unos años tuve el placer de conocer a Paco un niño alegre y vivaracho, él estaba en un centro para niños con situaciones familiares especiales y llegué a cogerle gran cariño, me enternecía su mirada, su forma de ser y sobre todo su sonrisa, es de aquí de donde nace este cuento, para ti mi niño bello.
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